
Lorenzo Suárez Crespo es de esos raros escritores e intelectuales en los que la cultura literaria va unida a una sabiduría natural y un sencillo e impresionante don de gentes. Si bien se trata de valores que en contadísimas ocasiones se conjugan en una sola persona, quien conozca un poco las “luchas” diarias de este poeta cubano y pinareño, puede explicárselo a la perfección.
Promotor cultural incansable, profesor de talleres creativos, investigador acucioso, fundador y conductor de espacios para la mejor tertulia y el archivo de las tradiciones populares, escritor de múltiples géneros y registros, en él destacan la destreza técnica y la belleza estilística para ir desde la poesía —especialmente la décima— hasta la narración infantil o el artículo y crónica costumbristas, ora con un sabroso toque humorístico, ora con golpes de hondo lirismo.
Pero ¿a qué viene este elogio, que al campechano amigo y maestro le sacará seguramente los colores a la cara? Pues resulta que me ha llegado la buena nueva de que la editorial Letras Cubanas acaba de editarle su volumen Con aparente simpleza. (Decimario refranero), y que tendrá su presentación inicial este jueves 6 de marzo en Pinar del Río.

El libro, un ramillete de más de 160 estrofas que toman como motivo y condensan en chispeantes versos refranes de la tradición hispanoamericana, está dividido en cinco secciones: Masoquismo, Amigos y enemigos, Consejeros, Prácticos y Políticos. Cada refrán se acrisola en una décima octosílaba y, a la ya filosófica e ingeniosa esencia del proverbio, el encanto de la rima y de la historia o reflexión cerrada sobre sí misma en el espacio de 10 versos, le da una nueva y agradable factura.
Con una sonrisa comienza a leerse el volumen y esa sonrisa, pícara y cómplice, no se va de los labios hasta que uno llega a la última página, siempre con ganas de más. Como bien apunta el editor y corrector del volumen —y gran poeta repentista— Leandro Camargo, “un lenguaje cuidado, no exento de humor, y un conocimiento profundo de la cultura universal, hacen de esta obra un manantial para beber la sabiduría de los pueblos”.
Sabia ha sido —y ya con esto termino— la selección del título por parte de Lorenzo. Porque la simpleza, que nadie se equivoque, es aquí sinónimo de maestría y elegancia. Lo que me evoca aquel pasaje de la erudita Camila Henríquez Ureña, que traían a colación en una antológica entrevista Miriam Rodríguez Betancourt y Minerva Salado:
“– A ver niña, ¿qué dije yo ayer?
– Bueno, profesora, dijo que la sencillez siempre es bella.
– Yo no he dicho eso, niña. Porque hay la sencillez de la paloma y la sencillez de la gallina”.
Con aparente simpleza es un libro que vuela.
Decimario refranero: El que a Lorenzo se arrima..
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