Dónde está el paraíso en tierras de promisión…
Interroga el poeta en sus versos y ahí está el Valle de Viñales para darle respuesta.
Esta premisa espiritual la sentí en mis primeras apreciaciones de este entorno bucólico donde la naturaleza escribió uno de sus mejores poemas.
De la concepción y el influjo emotivo a la necesidad de evocarlo más allá de su impronta física, he ahí los motivos para la tarea investigativa y la compilación de poetas de toda Cuba que, como yo, quedamos prendados de tan sugerente lirismo.
Cuánto no se habrá dicho o escrito sobre el valle desde la pluma y el pincel. Acudí entonces a los artífices de la palabra desde la improvisación hasta la escritura meditada. Como resultado: la concepción de un volumen poético con sus cantos al Valle de Viñales.
En ocasión de la ceremonia para el otorgamiento del premio José Vasconcelos 2012 por el Frente de Afirmación Hispanista de México (FAH), no solo sentí el orgullo de ser merecedor de tan alta distinción, sino de revelarles los encantos y la magia de Viñales a los poetas y catedráticos de Hispanoamérica.
Quizás como una premonición, dos años antes, el FAH había publicado la selección poética Sonetos, Malaras y otros Cantos al Valle de Viñales, Cuba; obra ilustrativa a este entorno paradisíaco bajo una óptica lírica con el merecimiento de una reedición ampliada con otros autores e ilustrada con fotos y obras de artistas visuales para su permanente disfrute.
Para acercarnos a esta obra, su gama de aedas y particularidades, dejamos a disposición del lector el texto escrito por Pedro Luis Hernández Pérez, historiador vueltabajero, tácita invitación para visitar el valle y entre sus acordes poéticos, recrearse sensiblemente ante versos como estos de Agustín Acosta: “…quien una vez te ha visto se lleva en la pupila / un laurel infinito y un pedazo de cielo…”
JUNTO AL VALLE DE VIÑALES
Fragmento. Publicado inicialmente en El Explorador, noviembre –2010
Por: Pedro Luis Hernández Pérez
Sonetos, Malaras y otros Cantos al Valle de Viñales, Cuba, selección poética compilada por Lorenzo Suárez Crespo es un regalo excepcional y la mejor forma lírica existente de conocer la naturaleza cubana. Al saber alcanzado tras años de búsquedas y de dominio del género, se suma el ojo del “curador poético”, revelado en un hombre que hace bueno el refrán “quien persevera triunfa”.
Viñales es el paisaje más conocido de Cuba, a su vez, en comparación, existe una gran ignorancia de su naturaleza-historia y cultura, dada por la centralización informativa generada por el turismo en cuanto a la divulgación de sus atractivos naturales y culturales.
Esta sectorización de la información rodeada de otras muchas insuficiencias en el conocimiento presupone la necesidad de apreciar a Viñales desde diferentes ángulos, de forma holística. La selección realizada encamina los pasos a la espiritualidad generada a lo largo de generaciones por poetas locales o aquellos que le conocieron sin residir en sus alrededores que abarca desde los clásicos Agustín Acosta y Pedro García Valdés, aborda la sensibilidad de Dora Alonso y José Lezama Lima, hasta reunir un conjunto de 16 sonetistas, 29 escritores de décimas y otros ocho poetas; un total de 55 autores, con 58 creaciones, en tránsito por el quehacer lírico de 21 generaciones de escritores cubanos, para abarcar dos centurias pasadas, y la parte actual del siglo XXI.
No es un producto que incluya a todos, ni Lorenzo se lo propuso, es apenas un abanico para abrir una puerta importante en el tema de las “antologías acerca de un elemento natural”, quizá en Pinar del Río, si no la primera, una de ellas, esfuerzo fructificado gracias, como apuntara el compilador en la excelente presentación realizada en el patio de la Uneac de Pinar del Río, a la voluntad editorial y financiera del Frente de Afirmación Hispanista de México.
Solo fue en 1909, cuando el hoy más famoso valle cubano, salió de su anonimato, honor recaído en el Dr. Carlos de la Torre y Huerta, quien realizó el descubrimiento científico de la presencia de anmonites incrustados en sus mogotes, y reveló al mundo la existencia de rocas formadas en el período Jurásico, con una antigüedad cercana a los 150 millones de años, cuestión no descrita antes para el Caribe.
A la exposición Un siglo de Progreso (Chicago, 1934) asistía el pintor Domingo Ramos Enríquez, con su cuadro de gran formato “El Valle de Viñales”, quien desde la década de 1920 reflejaba en sus lienzos las imágenes de esta polja lo cual marcó un antes y un después para el conocimiento de la región.
Por todo ello es un acierto recoger en las primeras páginas en ferviente homenaje dos figuras iniciadoras de estos cantos y quienes contribuyeron a su conocimiento, desde el punto de vista lírico. Merecimiento que recayó en el poeta matancero Agustín Acosta y el profesor pinareño Pedro García Valdés, a este último se le otorgó el 30 de junio de 1951, por el Consejo Provincial de Alcaldes, el título honorífico de “El Mejor Cantor del Valle de Viñales”, gracias a la bella descripción de dicho escenario, compuesta en 1936 y publicada en 19 ocasiones, la mayoría de ellas sufragadas por el propio autor sin fines de lucro alguno.
Esta compilación poética se convierte en recordatorio por la eterna deuda de los pinareños en rediseñar el Mirador del hotel Los Jazmines y hacer una plaza-mirador, donde coincidan los bustos y placas conmemorativas de todos los contribuyentes en dar el nombre al accidente geográfico; en ese listado no deben faltar: Carlos de la Torre y Huerta, Domingo Ramos Enríquez, Pedro García Valdés, Benito Hernández Cabrera y Dora Alonso. Mientras, el concurso de la actual generación de artistas pinareños, debería dar culminación y nueva vida a la plaza central de Viñales, para que alrededor de la imagen martiana se encuentren la de Caridad Miranda, Ibrahím Delgado y Tiburcio Lorenzo; mientras en el Mural de la Prehistoria, debe erigirse igual demostración de agradecimiento a Juan Gallardo, Leovigildo González y Antonio Núñez Jiménez.
En el libro se rebasa el elemento lírico y se penetra en un tema de sumo valor para la supervivencia del hombre: el Medio Ambiente, que ocupa como concepto un espacio importante en el espíritu de las creaciones reunidas; donde no solo se le canta a la belleza, paisaje inimaginable, sino también a la conservación de la naturaleza, principal protagonista de las ideas trasmitidas por los poetas.
Dora Alonso recoge su deseo ancestral de compartir con la naturaleza su presencia física y espiritual para siempre; deseo también manifiesto por Benito Hernández Cabrera, a quien el gobierno municipal le otorgara, con toda justicia, el honroso título de: “Cantor del Valle de Viñales”
Viñales, de tus bohíos, tus palmas y tus montañas, de tus salubres entrañas nacieron los versos míos. Tus arroyos y tus ríos fertilizan el sendero, el sinsonte y el jilguero le cantan a tu balumba que fue cuna y será tumba de Benito el viñalero.
Se rescatan varias creaciones dejadas como alimento de polillas, dándole un valor adicional a la entrega, al salvar para las presentes y futuras generaciones trabajos a punto de desaparecer. En especial debe resaltarse el soneto de Francisco Robaina Arquimbau, quien nació el 15 de diciembre de 1874 en Pinar del Río y se graduó de doctor en farmacia en la Universidad de La Habana, oficio que lo llevó a amar la botánica como ciencia, convirtiéndose en entusiasta explorador en busca de plantas para su recetario. Como toda alma sensible a lo hermoso de la natura, su vida transcurrió entre el estudio y las bellas letras; escribió un tratado denominado Flora pinareña aplicada, razón motivadora para conocer a fondo al valle. Enamorado de su entorno, le dedicó con 23 años este soneto con carácter “fundacional”, ante la ausencia de otros: “Ofrenda”, escrito en 1897, aparecido en forma de tabloide con el nombre “Arpas Sonoras”; donde el hombre iluminado hace un descanso en la exploración, para darle camino a las “musas viñaleras”, quienes se agolpan ante lo sublime del acto de versar:
Cuánto admiro del valle sus vitrales, verde fronda de enormes farallones donde puso el señor entre sus dones los misterios de hechizos celestiales. Soy devoto a tu suelo y manantiales donde el verso y la luz son sus canciones desde el mágico sol a los rincones donde beben las cuevas tus señales. Todo en ti me sugiere primavera, con la herida sutil de una quimera, como has sido, Viñales, áureo reto, asombro del viajero y del paisano, me prosterno ante ti como cubano en un brindis de amor con mi soneto.
Este libro no es una antología más, ni tan siquiera un catálogo de poetas para darse a conocer, o de temas esotéricos, muchas veces inexplicables para quien los escribe.
Pensar con belleza es un don reservado para pocos mortales.
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Solo un artista precoz
caído de rauda estrella
pinta página tan bella
y le da belleza y voz
Una son risa de arroz
aflora en caña el maíz
cuando la tierra feliz
queda de color, encinta
y la primavera pinta
a Cuba, hasta su raíz.
Precioso reportaje poético con bellos paisajes de Viñales. Mi enhorabuena al amigo Lorenzo Suárez por trabajo tan completo. Desde
Gran Canaria , Susa.