Décima, suspiro alado, voz de protesta mambisa, idioma entre la camisa del guajiro y del arado. Con qué angustia he soportado cuando hieren tu virtud y he visto con inquietud llorar sus penas amargas en las madrugadas largas las clavijas del laúd. Juan Cecilio Cruz
La décima como crónica social desde los íntimos jolgorios del hogar campesino hasta los sucesos cotidianos de todos los tiempos e incluso los instantes de meditación para quienes la escriben, se ha convertido en el soporte más eficaz para dejar constancia en la oralidad de la historia, vida y costumbres de Vuelta Abajo como sello de pertenencia, identidad y, de hecho, expresión patrimonial.
Sea esta selección, aunque no en la más auténtica medida en que lo quisiéramos, un ejemplo de cómo, a través de los resortes visuales, del sentimiento, la persuasión, la descripción o acaso el filo de la palabra sonora, el arte de escribir o improvisar constituye en la estrofa mágica el más rico tesoro de la poesía cubana. Panorama que incluye a más de doscientos creadores como muestra de la poética más arraigada de nuestra cubanía y que, desde los inicios del siglo XIX con Celestino García y Francisca González Ruz de Montoro hasta la actualidad con los jóvenes Yasel García y Anabeivi Rodríguez, patentiza en sus ilustrativas páginas la lírica cubana en occidente.
Esfuerzo editorial que contó con el Centro de Documentación Amauta, las ediciones Arique y el Frente de Afirmación Hispanista de México, tríada enaltecedora de la Casa de la Décima Celestino García.
Visitar estas páginas no solo nos identifica con la estrofa mágica y sus principales exponentes, sino que nos enriquece con vida y costumbres, tradiciones y un acercamiento en el tiempo pasado y presente a la espiritualidad y el humanismo que rige la existencia humana.
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