No es solo la salmantina en tonada y pie forzado ni acaso el ritmo encordado que entre los versos se afina, ni el diálogo que combina temas, voces… Es la unión de baile, improvisación, humanísticos empeños y al goce, en los lugareños, OCHO SÍLABAS Y UN SON. Lorenzo Suárez Crespo
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