Cantares de Vueltabajo en edición facsimilar es publicada por el sello editorial del Frente de Afirmación Hispanista.
Les compartimos las palabras introductorias del mismo:
La libertad de imprenta en Cuba, acontecimiento ocurrido en 1811, abrió el panorama de las letras cubanas para ocupar espacios en el concierto literario de las naciones hispanoamericanas; de manera que en la entrada del siglo XIX se acentúa el desarrollo fundamentalmente de la poesía y no por casualidad la mayoría de los poetas adoptan como metro poético la décima. Al respecto afirma el notable pensador Antonio Bachiller y Morales: Las décimas son el metro popular de Cuba. En décimas canta el hombre del pueblo; décimas se improvisan en las mesas de modestos festines; y en décimas se pretende conservar la memoria de los acontecimientos notables de esta tierra de eterna primavera. La décima se presta a todos los tonos; la consonancia era una necesidad para los oídos músicos que da el cielo a los nacidos en una tierra llena de poesía, y los hombres por cuyas venas venía corriendo la sangre de los andaluces y en la que se mezclaba la de las dulces cantoras de los sencillos areítos indígenas. (1) (Apuntes para la historia de las letras. Tomo II Capítulo XXI. Pág. 38.)
Ahondando al respecto, podemos añadir que muchos sucesos históricos que ningún analista trató de trasmitir a la posteridad, se han salvado del olvido y llegado a nosotros por esos cantos populares que han venido a ser en Cuba lo que el Romancero en la Península. De ahí la importancia de rescatar en la memoria colectiva, esencia de la espiritualidad de los pueblos a través de la oralidad, su vida, costumbres, aspiraciones, conquistas y aristas del pensamiento en el arte, la cultura y las ciencias, pero sobre todo de esa existencia raigal que se expresa por medio de la música y el verso como patrimonio, sentido de identidad y pertenencia.
Con estas motivaciones que nos preceden podemos aquilatar la importancia de esta obra que ahora vuelve a ver la luz a más de 140 años de su segunda edición en 1875 con el título Cantares de Vuelta-Abajo, recopilado por Un Guajiro y publicado por La Propaganda Literaria, Imprenta-Librería-Papelería, de la calle de O-Relly No. 54 en La Habana y cuyo prólogo, tan breve como ilustrativo, nos evoca el eco decimístico guajiro de los campos cubanos de Vuelta Abajo.
Los textos compilan 35 obras en las que pueden encontrar 10 glosas y que en su mayoría se ocupan de temas amorosos.
Estas décimas, recopiladas como hemos dicho, por “Un Guajiro” y quien evidentemente ha querido guardar en el anonimato su nombre, constituye un testimonio lírico y existencial de la época, verdadera crónica más bien contemplativa de la vida de los habitantes de nuestros campos y que alternativamente se nombran guajiros, campesinos o vegueros; términos con que se definían por sus costumbres rurales.
En sus estampas versales podemos reconocer y traer a la luz no solo el sustrato espiritual del hombre cubano en sus amores, desamores, proyectos, inquietudes, faenas productivas, pensamientos y costumbres, sino la fauna y la flora en su rica variedad. Todo este ambiente bucólico es un espejo ilustrativo de la Cuba del siglo XIX.
La riqueza de temas, el lenguaje, los elementos semánticos y sintácticos; pero sobre todo la conducta humana, marcan en tiempo y espacio un lienzo histórico-social con las claves referenciales de una cubanía en ciernes rayana en el patriotismo y el legítimo orgullo de sus patricios alucinados por las espléndidas galas de la naturaleza cubana.
Recordemos que desde finales de la segunda década del siglo XVIII cuando se producen los fatídicos sucesos de la llamada rebelión de los vegueros derivan en una amplia emigración de familias canarias, dedicadas en zonas de La Habana al cultivo del tabaco, hacia otras zonas de Vuelta Abajo, principalmente a Pinar del Río, de sitios pintorescos y probada fertilidad. Con ellos traen sus modos de vida y costumbres; pero además, en esta impronta existencial venía la décima, principal estrofa poética de sus cantos, festividades. Dentro de las tradiciones, el culto a la Cruz de Mayo.
A pesar de que el autor compila obras contentivas de un período en que las inquietudes patrióticas despuntan en conspiraciones desde los Rayos y Soles de Bolívar a principios del siglo hasta el estallido de la Guerra de los Diez Años en 1868, no encontraremos en los textos alusión alguna, salvo las 4 décimas del inicio y las 4 del final donde simplemente se lamentan los autores de los sucesos de la contienda al pronunciarse por los deseos de paz y concordia.
Volviendo a la estrofa mágica y su evidente culto preferencial en las sucesivas generaciones líricas de nuestro país nos remitimos a la estudiosa y crítica Carolina Poncet y Cárdenas cuando afirma que los más antiguos poetas de nombre conocido que florecieron en Cuba en el siglo XVIII tienen una marcada predilección por la décima.
Deudores y agradecidos de esta pléyade de poetas no podemos olvidar tampoco a los que también en el siglo XIX le siguieron dando continuidad y nuevas alas como son los casos de José Fornaris, Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo y Francisco Poveda Armenteros, artífices del nativismo, el siboneyismo y el criollismo.
A pesar de que los metros poéticos tenían su riqueza versal en una rica variedad desde las odas hasta los romances, fue la décima el metro referencial que gozó de más popularidad.
Debatida entre lo culto y lo popular, el primer contexto lírico de más exquisitez literaria y reconocido brillo tuvo excelentes cultores, entre ellos José Jacinto Milanés, Gabriel de la Concepción Valdés, José Joaquín Palma y otros.
La grandeza de la obra que nos ocupa nos advierte todo el esfuerzo de sus favorecedores, desde su compilador hasta la imprenta que le diera la luz. Pensemos en toda la precariedad de las comunicaciones y los medios de información en un siglo marcado por las goletas en las rutas por el mar bordeando las costas, los rústicos coches de caballos las intersecciones poblacionales, el posterior acceso a las vías ferroviarias y sobre todo a lomo de caballo como el más extendido medio de transporte cubano de esos tiempos.
La escasez de recursos tropológicos y el subjetivismo existencial como elementos cósmicos del ser humano no alcanza sus vuelos, pues están marcados por la impronta bucólica, contemplativa, de improvisación y descripción de sentimientos elementales en sus realizaciones, quejas o requerimientos.
Un avezado lector podrá percatarse de que hay algunas obras (7) que pertenecen a poetas como Fornaris y el Cucalambé, pero esto nos demuestra el influjo de la salmantina en Cuba si tenemos en cuenta que la divulgación literaria desde cada uno de los extremos del país era muy precaria. Sin embargo, estos guajiros vueltabajeros memorizan obras de sus homólogos orientales.
Es este siglo XIX la cuna de nuestros dos pilares de la improvisación en Pinar del Río: Celestino García (1832-1909) y Francisca González Ruz de Montoro (1836-1895) El primero, trovador popular; la segunda, con un sello más culto y existencial.
Celestino recorrió como un juglar las comarcas de Vuelta Abajo en toda su geografía hasta los linderos de Matanzas en que sostuvo encuentros con el famoso improvisador Limendux, mientras que la Ruz de Montoro lo hacía en los más selectos salones y liceos de la aristocracia cubana.
Agradecemos al Frente de Afirmación Hispanista de México, A.C. en la persona del señor Fredo Arias de la Canal por la edición facsimilar de esta obra que no solo enriquece el Centro de documentación de la Casa de la Décima “Celestino García”, de Pinar del Río, sino que suma al patrimonio literario cubano una necesaria obra que posiblemente sea la primera antología decimística publicada en Cuba.
A este esfuerzo altruista y de ingente contenido humanístico le han seguido, entre otras, las fuentes de información contenidas en Parnaso Cubano, colección de Poesías Selectas de Autores Cubanos desde Zequeira a nuestros días (edición facsimilar) con introducción histórico-crítica de Antonio López Prieto, La Habana, 1881; reediciones que devuelven a toda Hispanoamérica los tesoros de una parte importante e imprescindible de la poesía lírica de la mayor de las Antillas.
Más de una decena de antologías poéticas de autores cubanos difundidos por este sello editorial ilustran el afán del FAH por rescatar, preservar y enaltecer lo más representativo de nuestro acervo cultural en las letras.
Para concluir, volvamos a la Vuelta Abajo actual en los versos de una destacada poeta sanjuanera, Nieves Rodríguez Gómez (*):
VUELTA ABAJO, vuelvo a ti,
vuelta hasta llegar al fondo
donde atesoro y escondo
los códigos que aprendí.
¿Inocencia? la que fui
en las flores de aquel gajo,
la que un tomeguín me trajo
de entre tus palmas esbeltas.
Dando vueltas, ¡qué de vueltas!
he vuelto a ti, Vuelta Abajo.
Regreso a ti, mi Pinar,
retorno por la fragancia
de un jazmín del cabo, el ansia
de haberme ido y estar,
siempre, de siempre escapar
de tu cárcel y el desvelo,
el de crecer en el vuelo
de un pájaro enamorado,
con el verso atropellado
por esa luz de tu cielo.
Cierro los ojos, comienzo
el viaje en el mismo tren
de la infancia, en su vaivén,
pienso, sueño, sueño, pienso.
¿Me vence el sueño?, ¿lo venzo?
Empiezan a desfilar
pueblitos de mi cantar
donde en cada paradero
una voz dice: -Te quiero
y otra voz dice: -Pinar.
(*)Tomado de Canto de Amor a Pinar del Río, Editorial Cauce, 2006
Lorenzo Suárez Crespo, primavera de 2023
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