Escuchar la voz del poeta

Conocí a José Lorenzo Delgado a finales del año 2000 cuando hacía unos meses que había venido desde Bahía  Honda con la experiencia de unos diez años trabajando de forma creadora y promocional en torno a la oralidad de esa región.

José nació  invidente, pero siempre nos admiró su sentido de enfocar el verso con toda la plasticidad y colorido de quien verdaderamente presentía la propuesta bucólica, su sensibilidad, gracia y agilidad para concertar con visión lírica un pie forzado. Tarea primordial sería entonces seguir estas huellas con la pericia de la copia oportuna o acaso con las grabaciones mientras el poeta abordaba el reto en su improvisación.

Cuando tenía más de una veintena de textos no pude sustraerme a la idea de que este talento poético  debía tener su reconocimiento. De esta manera surgió el cuaderno De tu laúd trasnochado.

La fundación de la Casa de la Décima Celestino García en marzo de 2008, uno de los grandes sueños de José Lorenzo y que nos lo expresara cuando aún ni se pensaba en ello, propició con celeridad la ampliación de textos y acentuó más nuestros propósitos en tal sentido. Además de fundador, fue artífice versal en cada uno de los guateques del Ranchón a orillas del Guamá en las noches sabatinas.

Cada uno de los escenarios en los que el poeta sentía vibrar las cuerdas del laúd, la guitarra, el tres y las claves, favorecieron que ganara en admiración y reconocimiento como el Decano del Verso en Vueltabajo. Todo ello con la riqueza del lenguaje que lo caracterizaba y con su expresión auténticamente guajira, donde no le era ajeno el llamado del subconsciente y los arquetipos del protoidioma.

José se caracterizó además por su espíritu de superación. De ello dan fe las bibliotecarias y otras personas a quienes se acercaba con el fin de que le leyeran y explicaran textos interesantes para enriquecer su acervo cultural.

Loado este  improvisador que, ahora en otra dimensión, permanece  vigente en el recuerdo de los cantores vueltabajeros y de tantos admiradores, evidencia palpable de que el poder del hombre está en la proyección de su imagen a través de la palabra, con el sedimento cultural y la riqueza humanística.

José supo asimilar, con espiritualidad y acendrado virtuosismo, el entorno  rural y citadino para descifrar lo existencial de la vida, así como su impronta,  con la visión más sentida y más profunda, la del corazón.

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